Revelan preocupantes privilegios en la cárcel de Angol tras el secuestro de gendarmes

Revelan preocupantes privilegios en la cárcel de Angol tras el secuestro de gendarmes

El domingo 7 de mayo, en la cárcel de Angol, se produjo el secuestro de tres gendarmes, lo cual puso al descubierto una serie de elementos que han generado alarma entre los funcionarios penitenciarios. Además de los artículos incautados durante el incidente, que incluyeron chicha artesanal, celulares y varios cuchillos, los efectivos descubrieron objetos que claramente violan las normas y que son poco comunes en una prisión. Por esta razón, insisten en la necesidad de poner fin a los privilegios que disfruta este sector de la población penal, «les hace sentir que están por encima de la ley».

En la tarde del mismo domingo, por ejemplo, se encontró en una de las habitaciones del venusterio (espacios especiales para que los reclusos reciban a sus parejas) un «diván tántrico» o «sillón sexual», un elemento que no está contemplado en ninguna normativa interna, por lo que fue retirado del recinto esa misma tarde. Sin embargo, esto no ha sido lo único que ha llamado la atención de los gendarmes.

Hace algunas semanas, también confiscaron una piscina inflable que los comuneros tenían para recibir a sus hijos o a los niños que los visitaban en días calurosos, lo cual también fue considerado un privilegio inaceptable por parte del personal, ya que no se permitiría en otras prisiones.

Además, según afirman los mismos funcionarios que trabajan en el lugar, regularmente se permite a los internos del módulo de comuneros mapuche ingresar corderos para ser sacrificados y piezas completas de ganado, que consumen en asados o luego congelan. Todo esto, agregan las mismas fuentes, se realiza sin las condiciones sanitarias adecuadas y una vez más incumpliendo las normas.

«Hasta el domingo 7 de mayo, los internos tenían un toque de queda a las 21:00 horas, mientras que en el resto del país es mucho más temprano. Sus visitas entraban sin un registro corporal, no había límites para los paquetes que recibían, así que prácticamente podían ingresar cualquier cosa, grandes cantidades de alimentos, corderos vivos, bebidas energéticas, herramientas, de todo», comenta un gendarme del mencionado centro penitenciario, cuya identidad se mantiene en secreto por temor a represalias.

Además, agrega: «No había ningún control en el uso del venusterio, lo usaban cuando querían. Son los únicos que tienen agua caliente en sus duchas y, obviamente, no pagaban por ello. Tenían una piscina inflable de las que se venden en el comercio, que también llenaban con agua de la unidad».

En la misma línea, otro empleado penitenciario señaló que los internos del módulo «no tienen ningún respeto por el personal, apenas hablan con el alcaide y los superiores. Para ingresar al módulo tenías que pedirles permiso a ellos, lo cual es absurdo»