Defensa de la democracia, en el proceso constituyente.

Autor: José Miguel Espinoza Maldonado. “Jose Chico Bueno Espinoza”
Movimiento. Revolución Solidaria

Hemos escuchado incanzablemente a la clase política decir que su actuar se enfoca en la protección de la democracia, esa fue la justificación por la cual los sectores de izquierda apoyaron el famoso y tramposo “Acuerdo por la Paz”. En el caso de los sectores mas conservadores, es una ofensa el escuchar sobre la protección de la democracia, si ellos la derrocaron y si fuese por ellos jamás se recuperara. Aunque esto que vivimos en la actualidad es la democracia de algunos pocos y no de todas y todos.
El tiempo nos ha dado la razón, esa razón que tal protección de la democracia no es nada más que la protección de sus propios intereses, esos intereses que los poderes del Estado están obligados a salvaguardar. El pueblo en la calle gritó fuerte y claro, que queremos un Estado justo y participativo, no una fuente de beneficios para el 1% más rico, los cuales, sin lugar a dudas, influyen en las políticas públicas del gobierno de turno. Pero si hilamos mas fino, es correcto señalar, que, según datos del Banco Mundial del año 2014, por ejemplo, el 0,1% son quienes obtienen casi un 20% de los ingresos nacionales, siendo ellos los reales influyentes de la política chilena.
¿Por que ellos influyen en esa democracia tan protegida por la clase política?
Lo hacen con el objeto de que se siga permitiendo políticas como, la Ley de Pesca, o la contaminación de grandes empresas y explotación del medio ambiente, y actualmente siendo los verdaderos autores de acuerdos como el de la paz, que si bien, a simple vista se pudo entender como un triunfo del pueblo, existiendo una ventana inédita para la eliminación de la dictatorial y neoliberal Constitución Política de la República, tiene una gran cantidad de trabas, dificultades y letras chicas.
En primer lugar, nuestro proceso de elecciones actualmente utiliza el sistema D´Hondt, el cual solo beneficia a las listas y el triunfo de un independiente sin lista ni cupo de partido es prácticamente imposible. Dicho sistema obligó a los independientes a crear listas para poder pelear algún lugar en la constituyente de cada uno de los distritos, los partidos políticos de centro, hasta la izquierda mas radical, no fueron grandes aportes en ceder los cupos a independientes, independientes reales, esos que dejaron su dignidad, fuerza y vida en las calles.
Dichos espacios electorales prefirieron cederlos a figuras mediáticas, con el objeto de que esa popularidad lograra arrastrar a más de un candidato. Este juego político sigue siendo elitista y nos permite concluir que después del 18-O, esa clase política que expresó el comprender las demandas sociales, realmente ha comprendido escasamente y solo lograron acuerdos para intentar acallar el grito y la fuerza de las calles. Esta revuelta afectaba sus intereses, mas que los intereses propios reclamados en las diferentes marchas.
En segundo lugar, la recolección de los patrocinios, que se modificó, tanto en la cantidad de firmas por distrito como en la forma de realizarlo, fue muy tardío, esto en relación a la inscripción de los y las precandidatos al sistema del SERVEL, la información fue muy confusa en este proceso casi incitando al error. Al ser un proceso único en su historia, requiere que los órganos quienes intervienen estén a la altura de las circunstancias, para aclarar y lograr un proceso correcto por parte de las listas independientes.
Esto nos permite dejar en claro, que, para lograr la voluntad manifestada en las urnas en el plebiscito recién pasado, la presión social es un actor esencial, ya que, con la pluralidad de listas inscritas en los diferentes distritos, existe una posibilidad que el sector conservador logre un gran número de constituyentes. Sea cual sea el escenario de los electos en el proceso constituyente, como ciudadanos tenemos un deber cívico y esta vez no en las urnas, sino, en las calles , en los cabildos, en la participación en el periodo que dure la redacción y discusión de la nueva Carta Fundamental.